Página principal

viernes, 29 de abril de 2011

Otra cara de Jerusalén


Esta otra cara de Jerusalén no aparece tanto en las guías. Quienes dan voz y ponen cara a todo esto son sólo una punta del iceberg. Quienes asisten a este bar, independientemente de credo, religión, ideología política o inclinación sexual, quieren decir muchas cosas. Van para oir, pero quieren que se les oiga




Drag queens. Actores (o aspirantes a) de teatro durante el día, divas por la noche. Durante unas horas le cuelgan el cartel de "entradas agotadas" al Jerusalén que les oprime y aprieta las gargantas sin dejarles tan siquiera hablar. Esa noche es suya y por un momento se sienten dioses...porque a los dioses en los que ellos creen, seguro que no les importa en qué difieran con respecto a los demás.


sábado, 23 de abril de 2011

zonas A, B y C

Las fronteras que hoy día delimitan el estado de Israel son la herencia de la guerra de los seis días que ocurrió en 1967 (recordad la historia del país en este enlace). La corta duración de esta guerra no guarda relación proporcional con sus consecuencias. Una de las más controvertidas es el desplazamiento de los límites del estado israelí con Palestina. Tras la creación del estado en el 48, la ONU asignó un territorio a los sionistas que fue extendido por ellos mismos en la guerra de los seis días arrebatando, lógicamente, este terreno a lo que en un futuro podría ser declarado el estado de Palestina. Precisamente, en esto que hoy día se conoce como territorios ocupados (franja de Gaza y Cisjordania) es donde constantemente aparece en las noticias que el gobierno israelí aprueba la construcción de nuevos asentamientos judíos. Son asentamientos de colonos judíos en territorios de los que ellos mismos se apoderaron en 1967 y que oficialmente no son reconocidos por la comunidad internacional (pues sería aprobar la invasión de territorio palestino por parte de Israel). Centrándonos en Cisjordania, ¿qué ocurre a nivel administrativo? ¿Cómo se reparten la gestión de esta zona entre gobierno israelí y palestino? Hubo que esperar hasta los acuerdos de Oslo en 1993 para poner una base política a esta situación. Para esto, se han dividido los territorios ocupados en tres zonas: zona A, B y C


Cada zona se caracteriza por la autoridad que rige el control político y militar. Así,

- Zona A: control político y militar palestino (55% población palestina)
- Zona B: control político palestino y militar israelí (41% población palestina)
- Zona C: control político y militar israelí (4% población palestina)

En estas zonas C, viven 150000 palestinos y 400000 colonos judíos repartidos en 120 asentamientos reconocidos oficialmente y otros 100 ilegales.

Con un simple vistazo en el mapa podéis ver en qué proporción está cada una de estas zonas. Observad el color rojo. Es la zona donde el gobierno palestino guarda control militar y político y coincide con las grandes ciudades palestinas: Ramala, Belén, Nablus, Jericó.... De esta forma, los checkpoints (control de entrada y salida) en las zonas A los coordinan militares palestinos mientras que los de las zonas B y C los controlan las IDF (Fuerzas de Defensa de Israel). Así pues, así está la cosa: los palestinos no dejan entrar a israelíes a sus ciudades (Belén, Ramala....) y los israelíes no dejan pasar palestinos a "sus" territorios (lo de las comillas no es por dar un segundo sentido, sino porque la legitimidad de la propiedad de esas tierras no es tal según la comunidad internacional). Según me han contado, si un israelí pisa terreno palestino y es descubierto por las fuerzas palestinas, estas tienen la obligación de devolverlo a las IDF y será amonestado con una multa de unos cinco mil NIS (New Israeli Shekel), aprox. mil euros o así. Si un palestino intentara entrar en terreno israelí sin permiso, supongo que oficialmente sería un procedimiento similar, aunque rara es la vez que esto llega a ocurrir. Gran parte de la culpa de esta "asimetría de flujo" se debe al muro de contención, delimitado entre las zonas A y B y el cual tiene hoy día repercusiones económicas, políticas, sociales y administrativas que merecen una entrada en el blog por sí mismas. Mientras tanto, echad un vistazo a esta entrada en el blog de un periodista norteamericano asentado en Ramala.

En este mapa de la ONU podéis ver cómo estaba la situación diciembre de 2009


viernes, 22 de abril de 2011

Jericho

Una escapada a Jericho, a la primera ciudad conquistada por el pueblo judío tras estar vagando por el desierto durante cuarenta años. A su llegada, con tan sólo el sonido de las trompetas, destruyeron la muralla que la protegía y se hicieron con la ciudad. Jericho es la ciudad habitada más antigua del mundo a la vez que la más baja (260 m bajo el nivel del mar, pues está en el rift del Jordán). Para llegar hasta Jericho, fuimos contratando una tour "guiado", que finalmente resultó ser un microbús que nos llevaba a los sitios y punto...pero bueno, el precio venía siendo similar (e incluso puede que más barato) a si hubiéramos ido en taxi.
El viaje a Jericho no merece la pena hacerlo en autobús de línea y por cuenta propia (al menos sin coche propio), puesto que todo lo que hay que ver está repartido en unos cuantos kilómetros a las afueras de la ciudad, y habría que buscarse las habichuelas para llegar hasta los distintos lugares.
Camino a Jericho, paramos en el Monasterio de San Jorge, tallado en las rocas del cañón por el que se abre paso el wadi Qelt. De hecho, esta ruta queda pendiente: un trecking por el wadi Qelt que conecta Jerusalén con Jericó. A ver si con suerte lo hago prontico....

Monasterio de San Jorge
Siguiendo por la misma ruta paramos en Nebi Musa, una mezquita donde supuestamente se hayan los restos de Moisés. A Moisés le fue prohibida la entrada a Jerusalén y únicamente pudo observarla desde la lejanía. Ese punto más próximo a Jerusalén se dice que es la localización de su tumba. Sea o no este el lugar donde descansen sus restos, no hay ningún indicio de que así sea ni tan siquiera un sólo cartel que al menos lo sugiera.
Justo a la entrada de la ciudad, una gran llave con una gran inscripción...


Y a los pies de Jericho se encuentra el monte de las Tentaciones con el Monasterio de Qurantul. En este monte se dice que Cristo estuvo cuarenta días aguantando las tentaciones que el diablo le hizo (de lo de los cuarenta días viene aquello de estar "en cuarentena" y el nombre del monasterio). El monasterio se construyó en el s.XII y hoy día lo ocupa una orden religiosa griega ortodoxa. 



Tras el monte de las tentaciones fuimos al Palacio de Hisham, un "pobre" califa que invirtió en construir un palacio...y a que a los pocos años de construirlo se derrumbó por completo en un terremoto.


Como todo palacio que se precio en Oriente Medio, tenía que tener su casita de baño correspondiente, donde aún se conserva la estrella del palacio: el mosaico del árbol de la vida, donde se ven dos gacelas pastar libremente a un lado de un naranjo mientras que en el otro, otra gacela es presa de un león.





Ssssssssshhhhh...


Un actor de teatro haciendo callar frente a la mirada de dos judíos ultraortodoxos
Puerta de Jaffa. Jerusalem

jueves, 21 de abril de 2011

Caesarea

Algo menos de dos horas en coche separan Jerusalén de Cesárea, la que fue uno de los puertos marítimos más importantes en tiempos romanos. Cómo no, el proyecto fue ideado y supervisado por Herodes, a quien se le metió entre ceja y ceja hacer del puerto que conectara la Asia con el Mediterráneo una de las más esplendorosas ciudades de la época (a la altura de Alejandría o Antioquia) y dedicársela a su coleguita César Augusto. Para ello, cómo no, se sirvió de esclavos y otros trabajadores a quienes se dice que asesinaba si no le servían o retrasaban en su empresa. Levantar en aquella época un puerto de estas dimensiones no debía de ser tarea fácil, pero él (bueno, sus trabajadores...) tardó unos doce años en construir el puerto. 



En esta foto aérea se ve la estructura de la ciudad y el puerto. Para la construcción del puerto levantaron dos muros que anclaban en tierra firme de unos cuantos cientos de metros de longitud cada uno, para lo cual tuvieron que desplazar y hundir bloques de piedras de cientos de toneladas al mar sobre los cuales levantar las estructuras que sirvieran de muro o fortaleza y defender los barcos que amarraran en el puerto. Más info de la construcción e historia de la ciudad en este enlace.
La ciudad ha pasado por manos de romanos, árabes, otomanos y refugiados bosnios, con periodos de abandono entre cada uno de ellos. Tan sólo desde los años noventa, y por el florecimiento de un kibbutz de la zona, comenzaron las excavaciones de la ciudad y aún hoy día queda muchísimo por encontrar. De hecho, uno de los atractivos de la zona es el buceo entre restos de la ciudad y puerto de Caesarea. Para los que no pasamos del clásico snorkel, y el ir en febrero y el efecto cacahuete asociado no acompañaban mucho, nos conformamos con ver las columnitas romanas a orillas del mar (pá qué pasar frío, no?)


Al menos, podías pasar el tiempo bicheando un rato



Otra de las grandes estrellas de Cesárea es el anfiteatro, reformado y destinado a representaciones de teatro y música. Un gustazo debe de ser ver algo a pies del Mediterráneo (no tanto por lo visto lo son los precios...)


Para aquella época, si te cansabas de representaciones teatrales o conciertos o ver morir esclavos en el anfiteatro, podías ir unos cuantos cientos de metros más allá e ir al hipódromo, donde otros deportes relacionados con carreras de caballos podían entretenerte más aún.


La ciudad portuaria se dividía entre el gran palacio de quien gobernara en el momento



y se rodeaba de clases sociales más bajas (contrico más cerca del "cherif" más dinero tenías...)


Como todo en este país, uno de los mayores limitantes es la canalización de agua dulce. Pero ¿quién dijo limitante si puedes tener a gente que te construya un acueducto de varias decenas de kilómetros recorriendo toda la línea de costa hasta que te lleve agua a tu casa? Hoy día se conservan varios kilómetros de este acueducto aunque gran parte está enterrado bajo la arena de la playa





miércoles, 20 de abril de 2011

Desierto de Negev

Israel, 8 y 9 de febrero de 2011. Días en los que el departamento de Ecología, Evolución y Comportamiento decidió hacer una escapada al desierto del Negev. El objetivo no es más que una retirada de todos al campo, donde aprovechando que cada uno sabe mucho de un poquito, pueda compartirlo con los demás. Hace ya más de dos meses que nos fuimos y aún ando esperando el momento en que me pueda sentar para escribir todo cuanto vimos y aprendimos allí. Visto lo visto, mejor escribir un telegrama que no escribir nada. Así que, a destacar:
- Arquitectura del desierto en Sede Boker. Ciudad donde se retiró el primer Ministro Ben Gurión al abnadonar la vida política. Su idea era expandir la población israelí hacia al Sur, pero como es casi todo desierto, echa(ba) para atrás a todos. Así que, predicó con el ejemplo. Ben Gurión se fue a vivir allí y promovió proyectos de urbanización para construir viviendas y poblados adaptados a las condiciones climatológicas del lugar
- Charla sobre la sábana santa (aquella que supuestamente cubrió el cuerpo de Cristo una vez bajado de la cruz) por el Prof Avinoam Danin. Lo interesante de la charla no fue tanto que hablara de la sábana santa (pá eso ya está también el "Neichonal Yeografi") sino que hizo un análisis florístico de esta. Al parecer, quien fuera que fuese cubierto por la sábana, fue también cubierto por numerosas plantas y flores de la zona. Así, lo que Danin hizo fue analizar qué plantas se usaron y compararlas con las que se encuentran en el país. Si fue Cristo o no, con este análisis no se sabe, pero lo que sí que se concluía era que murió en esta zona de Israel y por los meses de Marzo-Abril. Para algo más de info, pichad aquí.
- Makhtesh Ramon (crater Ramon). Impresionante modelo de erosión de cientos de kilómetros al Sur del país, que crea la sensación de estar en un cráter de un volcán (aunque no es más que el resultado de la erosión y distinta resistencia de los estratos geológicos).
- Ruta por el Wadi Markpek y monte Saharonim. No todos los días se hace una ruta por el cauce de un río (wadi) en mitad del desierto después de bajar por el monte Saharonim.

Y algunas fotos...


Martin Niemoller y Yad Vashem

En el museo del Holocausto o Yad Vashem. Su objetivo: documentar cada uno de los asesinatos cometidos durante el holocausto judío en la segunda guerra mundial y dar lecciones a las futuras generaciones de lo que ha pasado en el pasado para que no vuelva a ocurrir. Para hablar de la barbarie humana, tristemente son ya innumerables los ejemplos, y para ver que aún hoy día se sigue haciendo, no hace falta más que abrir el periódico. De la visita al museo, creo que el mensaje lo resume un poema de Martin Niemöller, un pastor luterano alemán.

Cuando los nazis vinieron a llevarse a los comunistas,
guardé silencio,
porque yo no era comunista,

Cuando encarcelaron a los socialdemócratas,
guardé silencio,
porque yo no era socialdemócrata,

Cuando vinieron a buscar a los sindicalistas,
no protesté,
porque yo no era sindicalista,

Cuando vinieron a llevarse a los judíos,
no protesté,
porque yo no era judío,

Cuando vinieron a buscarme,
no había nadie más que pudiera protestar.

Shabbat en Mea Shearim

Mea Shearim es el barrio judío ultraortodoxo por antonomasia en Jerusalén y, creo que por extensión, en todo el mundo. En él se concentra la mayor densidad de haredim y, de una forma u otra, eso condiciona completamente la forma de vida. De hecho, este barrio es el único lugar en el mundo en el que las piedras, además de en los riñones, puede aparecer en la cabeza. Su extremismo a la hora de respetar sus tradiciones puede llegar a tal punto que pueden apedrearte si e.g. entras en su barrio un sábado en coche, o con ropa poco decente. Tal es el grado de "amenaza" que puede sufrir cualquier no religioso que se adentre o trate de vivir cerca del barrio, que parece ser que los precios de los alquileres de los pisos en los alrededores caen considerablemente. Mea Shearim es un pequeño guetto dentro de la ciudad donde, por tener, se dice que hasta tiene su propia demografía. Hay que recordar que la unidad familiar está formada por el padre (quien principalmente se encarga de leer las sagradas escrituras), la madre (quien hace todo lo demás) y los churrumbeles. Lo de la demografía se dice porque, por medio de una media de 7-8 hijos por matrimonio (y recordad que los matrimonios aquí se consuman muy jóvenes...) están variando la proporción de ultraortodoxos con respecto a judíos, cristianos y (quizás más importante) árabes en el país. De este modo, la representación (por medio del incremento del número de votantes) de partidos de la extrema derecha y religiosa en el Knesset (parlamento) va aumentando con los años, con las consecuencias que ello trae consigo.
En fin, pues en este barrio que medio más o menos he descrito, nos metimos en plenos shabbat mis padres, mis tías y yo. Ahí llevas. Pá qué andarnos con "chominás". ¿Dicen que apedrean? (Como en aquella película de culto) pos vamos a verlo. Y un barrio mú tranquilito. Desde luego, entrando con todo respeto y cumpliendo lo que ellos se encargan de recordarte en los únicos carteles que estén escritos en inglés (˝viste con ropa decente") es un barrio tranquilísimo. Todos los niños invaden las calles (normal y sin peligro, no hay coches circulando...) y vestidos (como sus padres) con sus mejores galas (vestidos negros para ellas y pantalones negros y camisas blancas para ellos). La cámara, por supuesto, iba bien guardadita en la mochila, pero el resto de señales les daban pistas de que éramos los guiris (quizás las mochilas enormes, las botellas de agua, el que miráramos para todos lados como un niño chico en un parque de atracciones...). No pude hacer fotos dentro del barrio (recordad que no se puede "crear" nada en Shabbat, lo que incluye fotos, tomar notas....), así que lo más que hicimos fue cruzarlo, saludar con algún "shabbat shalom" que otro y salir aireosos de la experiencia.
Al salir del barrio, ya en otras calles de lo que oficialmente está fuera de las "dependencias" de Mea Shearim, comenzamos a oir vítores y gritos, muy monótonos...cómo no, teníamos que ir a ver qué ocurría. Era una manifestación de haredim, en una de estas calles a las fueras de su barrio, donde se concentraron algo más de unos cincuenta de ellos (con sus hijos...) tratando de cortar la calle al tráfico rodado a la par que gritaban "shabbat" en yiddish (NOTA: shabbat se dice en hebreo, idioma que muchos de ellos rechazan por considerarlo un idioma sagrado, y no quieren profanarlo, por eso ellos siguen conservando el yiddish, lengua procedente de las comunidades judías de Europa del Este). La policía trataba de impedírselo y mientras nosotros, con el chip turista activado, embobados viendo cómo la policía trataba de disolver esa manifestación (espontánea o ilegal porque, al igual que en otros países, aquí también tienen la obligación de anunciarlo y la policía dispone de coches de policía para controlar la situación...cosa que en este caso no había). La cámara, tras ese viajecito en el tiempo por el barrio de Mea Shearim, seguía bien refugiada en la mochila, pero en cuanto me sentí abrigado por un par de turistas curiosos que sacaron sus cámaras (y fueron más descarados que yo), pude sacar la mía y hacer unas cuantas fotos. Tal que así




No deja de ser este un intento más por parte de la comunidad ultraortodoxa de Jerusalén de intentar expandir su "dominio" por la ciudad. Todos los jerusalemitas que observaban atónitos también la manifestación no hacían más que mirarnos a los turistas con caras de embobados y decirnos "están locos", quizás en su intento de hacernos ver que Jerusalén no está representado por ellos, aunque sí bien influenciado. A diferencia de mi familia, que al día siguiente volvía a tierras íberas, una familia argentina nos dijo que acababan de llegar a Jerusalén y aquello era lo primero con lo que se encontraban. Para los que queráis venir aquí, no os preocupéis, que no es pá tanto. No deja de ser algo aún puntual en la ciudad, pero sí es cierto que poco a poco van sesgando la vida de la ciudad y amoldándola a sus demandas (bastante más alejadas de lo que el resto de la sociedad busca...)

martes, 12 de abril de 2011

Promises

Un propósito. Un deseo. Una voluntad férrea. Un impulso. Una promesa asegura la consecución de un objetivo, casi no importa cuándo pero sí dónde, con tan sólo nutrir la esperanza de que algún día dicho objetivo se cumplirá. Mientras los israelíes sienten el derecho de regresar a su tierra prometida, los palestinos ejercen el mismo derecho de regresar a las tierras que un día les pertencieron y otro les fueron arrebatadas. En esta película documental, "Promises", siete niños palestinos e israelíes cuentan el conflicto visto desde su punto de vista. La selección no al azar de hijos de familias judías ultraortodoxas, palestinos que participaron en la Intifada o familias más laicas en ambos bandos crea y elimina constantemente a lo largo de toda la película toda esperanza de encontrar consenso en el acuerdo de paz. El carácter y personalidad de los niños son el reflejo de la sociedad y familia en la que se desenvuelven. En algo más de hora y media se deja más que demostrado que el odio también es una enfermedad hereditaria, y que es una plaga intergeneracional. Afortunadamente, la inocencia y capacidad (o debería decir "don") de los niños de dar el brazo a torcer, recapacitar y aceptar cambios para encontrar la solución a los conflictos se perfila al final de la película...y ellos mismos hacen que todo parezca tan sencillo. Como decía Exupery en la dedicatoria de "El Principito": "Todas las personas grandes han sido niños antes (pero pocas lo recuerdan)". A ver si vamos a tener que repartir rabillos de pasas para refrescar la memoria a más de un mandatario...

lunes, 11 de abril de 2011

Strangers

La nostalgia sigue siendo igual que antes

...o qué escribió García Márquez tras la muerte de John Lennon (nota de prensa, 16 diciembre 1980)


Ha sido una victoria mundial de la poesía. En un siglo en que los vencedores son siempre los que sacan más votos, los que meten más goles, los hombres más ricos y las mujeres más bellas, es alentadora la conmoción que ha causado en el mundo entero la muerte de un hombre que no había hecho nada más que cantarle al amor. Es la apoteosis de los que nunca ganan.
Durante 48 horas no se habló de otra cosa. Tres generaciones -la nuestra, la de nuestros hijos y la de nuestros nietos mayores- teníamos por primera vez la impresión de estar viviendo una catástrofe común, y por las mismas razones. Los reporteros de la televisión le preguntaron en la calle a una señora de ochenta años cuál era la canción de John Lennon que le gustaba más, y ella contestó, como si tuviera quince: “La felicidad es una pistola caliente”. Un chico que estaba viendo el programa dijo: “A mí me gustan todas”. Mi hijo menor le preguntó a una muchacha de su misma edad por qué habían matado a John Lennon, y ella le contestó, como si tuviera ochenta años, “porque el mundo se está acabando”.

Así es: la única nostalgia común que uno tiene con sus hijos son las canciones de los Beatles. Cada quien por motivos distintos, desde luego, y con un dolor distinto, como ocurre siempre con la poesía. Yo no olvidaré nunca aquel día memorable de 1963, en México, cuando oí por primera vez de un modo consciente una canción de los Beatles. A partir de entonces descubrí que el universo estaba contaminado por ellos. En nuestra casa de San Angel, donde apenas si teníamos dónde sentarnos, había sólo dos discos: una selección de preludios de Debussy y el primer disco de los Beatles. Por toda la ciudad, a toda hora, se escuchaba un grito de muchedumbres: Help, I need somebody. Alguien volvió a plantear por esa época el viejo tema de que los músicos mejores son los de la segunda letra del catálogo: Bach, Beethoven, Brahms y Bartok. Alguien volvió a decir la misma tontería de siempre: que se incluyera a Bosart. Alvaro Mutis, que como todo gran erudito de la música tiene una debilidad irremediable por los ladrillos sinfónicos, insistía en incluir a Bruckner. Otro trataba de repetir otra vez la batalla en favor de Berlioz, que yo libraba en contra porque no podía superar la superstición de que es un oiseau de malheur, es decir, un pájaro de mal agüero. En cambio, me empeñé desde entonces en incluir a los Beatles.

Emilio García Riera, que estaba de acuerdo conmigo y que es un crítico e historiador de cine con una lucidez un poco sobrenatural, sobre todo después del segundo trago, me dijo por esos días: “Oigo a los Beatles con un cierto miedo, porque siento que me voy a acordar de ellos por todo el resto de mi vida”. Es el único caso que conozco de alguien con bastante clarividencia para darse cuenta de que estaba viviendo el nacimiento de sus nostalgias. Uno entraba entonces en el estudio de Carlos Fuentes, y lo encontraba escribiendo a máquina con un solo dedo de una sola mano, como lo ha hecho siempre, en medio de una densa nube de humo y aislado de los horrores del universo con la música de los Beatles a todo volumen.

Como sucede siempre, pensábamos entonces que estábamos muy lejos de ser felices, y ahora pensamos lo contrario. Es la trampa de la nostalgia, que quita de su lugar a los momentos amargos y los pinta de otro color, y los vuelve a poner donde ya no duelen. Como en los retratos antiguos, que parecen iluminados por el resplandor ilusorio de la felicidad, y en donde sólo vemos con asombro cómo éramos de jóvenes, y no sólo los que estábamos allí, sino también la casa y los árboles del fondo, y hasta las sillas en que estábamos sentados. El Che Guevara, conversando con sus hombres alrededor del fuego en las noches vacías de la guerra, dijo alguna vez que la nostalgia empieza por la comida. Es cierto, pero sólo cuando se tiene hambre. En cambio, siempre empieza por la música. En realidad, nuestro pasado personal se aleja de nosotros desde el momento en que nacemos, pero sólo lo sentimos pasar cuando se acaba un disco.

Esta tarde, pensando todo esto frente a una ventana lúgubre donde cae la nieve, con más de cincuenta años encima y todavía sin saber muy bien quién soy, ni qué carajo hago aquí, tengo la impresión de que el mundo fue igual desde mi nacimiento hasta que los Beatles empezaron a cantar. Todo cambió entonces. Los hombres se dejaron crecer el cabello y la barba, las mujeres aprendieron a desnudarse con naturalidad, cambió el modo de vestir y de amar, y se inició la liberación del sexo y de las drogas para soñar. Fueron los años fragorosos de la guerra de Vietnam y la rebelión universitaria. Pero, sobre todo, fue el duro aprendizaje de una relación distinta entre los padres y los hijos, el principio de un nuevo diálogo entre ellos que había parecido imposible durante siglos.

El símbolo de todo esto -al frente de los Beatles- era John Lennon. Su muerte deja un mundo distinto poblado de imágenes hermosas. En Lucy in the sky, una de sus canciones más bellas, queda un caballo de papel periódico con una corbata de espejos. En Eleanor Rigby -con un bajo obstinado de chelos barrocos- queda una muchacha desolada que recoge el arroz en el atrio de una iglesia donde acaba de celebrarse una boda. “¿De dónde vienen los solitarios?”, se pregunta sin respuesta. Queda también el padre Mac Kensey escribiendo un sermón que nadie ha de oír, lavándose las manos sobre las tumbas, y una muchacha que se quita el rostro antes de entrar en su casa y lo deja en un frasco junto a la puerta para ponérselo otra vez cuando vuelva a salir. Estas criaturas han hecho decir que John Lennon era un surrealista, que es algo que se dice con demasiada facilidad de todo lo que parece raro, como suelen decirlo de Kafka quienes no lo han sabido leer. Para otros, es el visionario de un mundo mejor. Alguien que nos hizo comprender que los viejos no somos los que tenemos muchos años, sino los que no se subieron a tiempo en el tren de sus hijos.